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XAVIER VILLAURRUTIA
TRAZO BIOGRÁFICO

Miembro de una familia acomodada venida a menos, Xavier Villaurrutia González nació en la Ciudad de México el 27 de marzo de 1903. Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Francés; posteriormente ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria, lugar donde, aún adolescente, conoció a Salvador Novo, con quien muy pronto compartió intereses estéticos. Sus primeros artículos y poemas aparecieron en El Universal Ilustrado, Policromías y El Heraldo Ilustrado (1919-1921). En las aulas de San Ildefonso también frecuentó a Bernardo Ortiz de Montellano y a Jaime Torres Bodet, en una de cuyas revistas, La Falange, apareció su prosa inicial: “Mauricio Leal”, retrato (1922). Pocos años después, Villaurrutia decidió abandonar la carrera de Leyes para dedicarse de tiempo completo a su vocación literaria. En 1926, publicó su primer libro de poesía, Reflejos. Aunque en él se manifiestan influencias y ecos (Juan Ramón Jiménez, López Velarde, Tablada), es posible identificar recursos que permanecerán en su obra posterior: juegos de palabras, sinestesias geométricas, sensualidad y lentitud de movimiento.

Conjuntamente con Novo, patrocinados por Antonieta Rivas Mercado, Villaurrutia fundó y dirigió la revista Ulises (1927-1928). La publicación de autores contemporáneos (André Gide, Paul Valéry, Paul Morand, Max Jacob, Marcel Jouhandeau, James Joyce, Carl Sandburg y John Dos Passos) revela su intención de sincronizarse con la literatura occidental y extender su propuesta literaria más allá de la concepción oficial nacionalista. La expresión nacional para los poetas del grupo de Villaurrutia consistía en una búsqueda interior, expresión del drama personal, ajena a cualquier folclorismo: la patria íntima de López Velarde en lugar del indigenismo, el antihispanismo o el obrerismo social. Esta posición universalista y modernizadora llevó a Villaurrutia, junto con un grupo de amigos (Celestino Gorostiza, Owen, Novo, Rodríguez Lozano, Rivas Mercado, entre otros), por una parte, a concebir el teatro experimental Ulises (1928), que traducía, montaba y representaba obras de O’Neill, Cocteau, Lenormand, Yeats, Giraudoux; por la otra, a elaborar un plan conjunto de obras que se opusiera tanto a la narrativa realista del siglo XIX, como al concepto de literatura revolucionaria esgrimida por la política cultural nacionalista y que proponía a Los de abajo como paradigma. Fruto de este esquema fue Dama de corazones (1928).

Villaurrutia colaboró en Contemporáneos (1928-1931), revista que habría de trasmitir su nombre al grupo de poetas —grupo sin grupo, archipiélago de soledades, como ellos mismos se denominaron—, que con una actitud crítica y racional, se propusieron depurar los excesos de la inspiración, particularmente los retóricos. En buena medida, la revista concebida originariamente por Torres Bodet y Ortiz de Montellano no habría sido la misma sin las aportaciones de Villaurrutia y de Novo. El gusto por las artes plásticas, el teatro, la narrativa y la poesía los llevó a publicar a poetas latinoamericanos —Neruda, Borges, Huidobro— y a sostener en más de una ocasión feroces disputas ideológicas que, en el caso de los muralistas mexicanos, alcanzaron el escándalo.

En 1935, gracias a la actividad del Teatro Orientación (1932), en más de un sentido continuador del Teatro Ulises, y a su obra dramática Parece mentira (1933), Villaurrutia obtuvo una beca de la Fundación Rockefeller para perfeccionar su arte escénico en la Universidad de Yale, Estados Unidos. A partir de este momento, el escritor intensificará su producción: ¿En qué piensas? (1934), Sea usted breve (1938), Invitación a la muerte (1940), La hiedra (1941) son tan sólo una muestra de ello. Gracias a esta labor fue director del Departamento de Teatro en Bellas Artes. En aquellos años, impartía también clases de literatura en la Universidad Nacional.

En 1938 Villaurrutia publicó Nostalgia de la muerte que, de acuerdo con la crítica, constituye su libro poético mejor logrado. En él es posible advertir huellas de la vanguardia, particularmente del surrealismo: fragmentación de imágenes, atmósfera onírica y relaciones sorpresivas entre los objetos y los seres, pero sin abandonar las formas clásicas.

La poesía de Villaurrutia, delineada por Octavio Paz, oscila entre dos conceptos: inteligencia y sentimiento; razón e imaginación; sueño y vigilia; tradición y modernidad; drama personal —el saberse escindido— y conciencia de pertenecer a la tradición poética occidental.

Xavier Villaurrutia falleció de un paro cardiaco en la Ciudad de México la Navidad de 1950.