El fotógrafo de El Teléfono, que arreglaba su Kodak para tomar una fotografía del reo en el momento del desmayo, dijo dirigiéndose al desmayado:
—Favor de no moverse don Paco, contenga usted su emoción un momento…, ¿me permite arreglarlo?
—Dispénseme, pero saldría mal la negativa; a ver acuéstese otra vez en la zalea. Así, lánguidamente…, eso es…, mire usted a mi dedo; pero sin anteojos verdes…, eso es…, ¿me permite arreglarle ese brazo? Estaría mejor sobre el corazón…, más apretado, eso es; como si sintiere usted un agudo dolor… Voy a retirar un poco la cámara…, eso es; favor de poner la cara más patética…, eso es…, la mirada más triste…, muy bien, eso es, a la una, a las dos, a las tres, muy bien, eso es…