Esta colección ofrece un recorrido indispensable por la novela corta en México. Las primeras historias ven nacer el México independiente; las últimas, el país que surgió de la Revolución armada de 1910 y sus consecuencias culturales. No importa que las novelas vayan ligeras de equipaje, seguramente el viaje será largo.
¡Y yo venía triste, recordando las navidades pasadas en mi infancia y en mi juventud, y sintiéndome desgraciado por verme en estas montañas solo con mis recuerdos! […]
A las cuatro de la tarde, vistiendo blusa azul de mezclilla, un pantalón tan sobrado de asentaderas como escaso de piernas, salgo de la casa de Vicente, oprimiendo el fajo de billetes tras de mi pechera […]
Tom terminó de tallar con su navaja aquel búho, y, entregándoselo a su pequeña amiga Mariucha, le dijo:
—Tómalo; es para ti.
La niña, transportada de júbilo tendió sus delicadas manos
[…]
Lector, si sois feliz, si para vos la vida en vez de ser un valle de lágrimas es un camino de flores, si os vive aún vuestra madre, si la mujer que amasteis no os ha engañado […]
La noche con sus tinieblas ennegrece la tierra, los horizontes se han cerrado y la tempestad se prepara muy aprisa. Aquí se divide el camino en tres veredas, ¿cuál será la que deberé seguir […]
Y no era ya la áspera e ignorante campesina que no sabía lo que eran el mundo y la vida; ya no cubrían su cuerpo los harapos de la mendiga. En el corto espacio de tiempo trascurrido había aprendido […]
Después, cuando ya la traté con alguna intimidad, y que pude conocer a fondo su carácter, no extrañé que hubiese habido un hombre capaz de darse la muerte por ella… […]
—Hija mía —dijo Ogaule a la joven en una de las noches de la cabaña del monte—, hija mía, tú eres la más hermosa de las vírgenes de Anáhuac, y mi Oxfeler tiene un lugar entre los guerreros que aspiran al premio del valor […]
Entonces olvidaba por completo sus deudas, sus dolores, su pasado monótono y su porvenir sombrío, y sentada a la orilla de su catre tomaba a Chiquito entre las rodillas y le daba de comer. […]
La sangre huyó instantáneamente de los rostros, desencajáronse las facciones y tornáronse trémulas las manos. Lúgubre silencio de expectación y ansiedad se hizo en la diligencia […]
Desiderio empezó a ascender. A medida que ganaba en altura, la razón se le entraba por la cabeza, alejando la idea del crimen. Llegó hasta la puerta de la alcoba; pegó el oído a la hendidura[…]
Cuando cumplí once años, el director del ballet de un teatro de tercer orden decidió que me sería conveniente aumentar el número de sus figurantas; estudió el precio de mis servicios en la desnudez […]
Andrés se levantó como para dar mayor solemnidad a su donación y, con voz cuasi religiosa y conmovida, añadió:
—¡Doctor, vengo a regalarte un alma! […]
—No hay que ruborizarse, muchacha —prosiguió don Hernando—; los pimpollos como tú necesitan de la sombra de las viejas encinas. Tenía yo noticias de ti, y he formado grandes proyectos […]
En seguida compareció una joven; lo abatido de sus miradas, el desmayo de sus miembros y su trabajada respiración indicaban cuán grandes eran las angustias de su espíritu. […]
Aquel vejete “era un sepulcro de luciente mármol, de podredumbre y de gusanos cárcel”. El altar del amor era la cama de un sucio hospital. El aceite de almendras para el pecho, […]
Cuando llegó a la jefatura estalló en presencia de Hernández y, en pocas palabras limpias y muchas sucias, enteró al secretario de lo que lo traía tan colérico y feroz. En primer lugar tenía determinado […]
Y en el desierto ardoroso y desolado de su vida, que una tenaz juventud calcinaba con sus rayos hirientes, era martirizado con un tormento más: debajo de las arenas caldeadas por tanto sol […]
El brillante marfil del piano me fascinaba, me parecía una faja luminosa en la que se movían siluetas fantásticas, creaciones sin duda de mi cerebro exaltado. Mi boca estaba seca y […]
El sabio se sintió, desde aquel momento, profundamente solo, a una inmensa altura, con el libro de la Sabiduría bajo el brazo y en pie y firme sobre las ondulaciones del éter. […]
Sentía yo sus brazos alrededor de mi cuello, su aliento mezclado a mi aliento, sus manos entre mis cabellos; estaba sentado sobre mis rodillas, y con dificultad podía yo hacer un movimiento. […]