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EL INQUISIDOR DE MÉXICO
JOSÉ JOAQUÍN PESADO
1838

Presentación: César Cañedo
Edición y notas: Karen Chincoya

En seguida compareció una joven; lo abatido de sus miradas, el desmayo de sus miembros y su trabajada respiración indicaban cuán grandes eran las angustias de su espíritu. Dábale de lleno la luz de la lámpara y al ver el traje blanco que la cubría y las negras y largas trenzas que pendían de su cabeza, la hubiera tomado cualquiera por una aparición. No menos eran de admirar las figuras de los inquisidores, cuyos bultos y formas rígidas se realzaban sobre el fondo oscuro de la sala, cual si fuesen labradas por la mano de algún célebre estatuario.

En la estancia reinaba un pavoroso silencio.




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