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El de los claveles dobles
Ángel de Campo
1899

Presentación, edición y notas: Dulce María Adame González

Y se separó del grupo para contar a una recién llegada lo ocurrido. Cómo Felipa Reyes había andado, desde varios días antes, pensativa y meditabunda; perdido el apetito, malo el color; desarregladas las funciones de la nutrición, como quien trae algo gordo y triste entre manos. Claro que atribuyeron todo ello a los amores privados que con el Revoltoso sostenía, quien resultó casado.

La muchacha se encerró en un silencio sepulcral y la mañana menos pensada, diola por cantadora; se encaminó a la torre de Catedral con admirable sangre fría, al grado que el campanero le preguntó: ¿Viene usted a matarse o con otro fin?




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