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LA VENTA DEL CHIVO PRIETO
LAURA MÉNDEZ DE CUENCA
1910

Presentación: Fernando Ibarra Chávez
Edición y notas: Roberto Sánchez Sánchez

Desiderio empezó a ascender. A medida que ganaba en altura, la razón se le entraba por la cabeza, alejando la idea del crimen. Llegó hasta la puerta de la alcoba; pegó el oído a la hendidura, pero nada oyó. “Sin duda duerme —se dijo para sí—, yo no digo que no mataría a un hombre despierto, a uno que me hubiera ofendido, a un rival que me disputara a esta infame mujer que me empuja al crimen, a esta fiera que amo todavía como en el primer momento que la vi; pero a un hombre dormido, que además es extranjero y se recoge a mi techo y confía en mí...

¡Oh!, matar así no más, a un hombre indefenso, no, no jamás. Horrible, horrible, horrible”.




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