Mientras ellos hablaban así, don Joaquín alzando más el tono de la voz y haciendo más sombría la expresión de su rostro, exclamaba:
Que se están muriendo de hambre, que no tienen dónde trabajar, pues que mueran honradamente y se acabó. Los débiles, los que no pueden luchar en buena lid que desaparezcan. Así como las razas más fuertes acaban con las más débiles, así los hombres de poder deben sobrevivir a los impotentes. El árbol que se cae es por falta de resistencia o por estar su tronco carcomido; que caiga en buena hora, servirá siquiera de abono. No hay remedio, quien puede, puede; lo que debe extinguirse que se extinga.