Y el atildado licenciado siguió diciendo… Pero para no fatigar a la República eludo repetir lo que el atildado licenciado siguió diciendo, porque, como si el coronel Buelna y yo fuésemos la República, el atildado licenciado nos habló en el mismo tono en que desde hace muchos años vienen hablando a la República sus más desinteresados redentores; en el mismo tono en que han aprendido a dirigirse a la República los jóvenes precoces que en 1910 lactaban todavía pero que no obstante hicieron, cantando, la Revolución;
con el mismo tono muy hombre que hablan los ex “dorados” de Pancho Villa que ignoran que los “dorados” de Pancho Villa se acabaron en la carga épica de Otates;
en el mismo tono en que hablan todos los pintorescos pergeñadores de films y anécdotas de la Revolución que tanto prestigian a la República; en el mismo tono profundamente generoso en que hablan siempre los traficantes…