La Señora de la Fuente colocó el garrote de guayabo a su espalda en aval del gesto de buena voluntad. Los borrachos las dejaron aproximarse sin romper su línea de combate e hicieron plena ostentación de las piedras aprovisionadas para la defensa. Mas cuando las intrusas estuvieron a tiro, la Muda comenzó a hacer aspavientos de pájaro a manera de introducción a las negociaciones.
̶ Necesitamos un pájaro colorado ̶ confirmó la Señora de la Fuente.
Los borrachos se miraron a las caras y comenzaron a reír. Uno de ellos se llevó violentamente las manos a la entrepierna y atrapó entusiasmado el suyo.